Historia
Grupo Rossi nace en 1980
Maurizio Rossi realiza el primer pizza mozzarella del Ecuador
Recordar cada momento crucial en mi vida ha sido fundamental para comprender mi trayectoria. En enero de 1979, mis pasos me llevaron a Venezuela y, apenas unos meses más tarde, en mayo de 1980, Ecuador se convirtió en mi nuevo hogar.
Mi inicio empresarial estuvo marcado por la creación y disolución de sociedades en 1986 y 1991, un período que culminó en mi establecimiento en Machachi, donde di vida a mi empresa de quesos en el apacible entorno campestre.
Procedente de Italia, específicamente de Crema, cerca de Milán, mi viaje profesional comenzó tras finalizar mis estudios en una escuela técnica de lácteos. Mi labor en Cerri, una empresa láctea en Turín, preparó el terreno para mi traslado a Caracas, Venezuela, atraído por el espíritu aventurero y la oportunidad laboral.
Mi llegada a Ecuador en enero de 1980, inicialmente por motivos comerciales, reveló el potencial de la industria láctea y, en particular, del queso en este país. En poco tiempo, en mayo de 1980, establecí residencia en Cayambe, un lugar que encantó mi ser y se convirtió en el hogar de mi familia.
Asumí la dirección de La Campiña en agosto de 1980, con el respaldo de un socio italiano. Fue el inicio de un amor profundo por el campo, los lácteos y, sobre todo, por Ecuador. Los recuerdos de aquellos años están llenos de hospitalidad y amabilidad por parte de la gente de este país.
A pesar de ello, asuntos de negocios me llevaron de regreso a Venezuela con mi esposa e hijo. No obstante, en 1984, regresé a Ecuador con la intención de iniciar mi propio emprendimiento. Mis inicios modestos en la Industria Lechera Carchi marcaron el camino hacia el establecimiento de mi planta láctea.
Tras varias asociaciones, el verdadero hito llegó en 2009 con la fundación de Grupo Rossi. Alquilé terrenos al principio, pero con el tiempo adquirí la planta que hoy ocupa cerca de 800 metros cuadrados y emplea a 22 personas. Nos hemos consolidado como productores de mozzarella para pizzerías y cocinas, con miras a expandirnos a mercados internacionales.
Después de 43 años en Ecuador, me siento más ecuatoriano que italiano. Este país me ha dado tanto: oportunidades, cariño y una identidad arraigada. Siempre aconsejo a los emprendedores que persigan sus sueños, sin importar las limitaciones iniciales. Y mi gratitud hacia Ecuador es eterna; es un lugar para vivir bien, pero requiere constancia y dedicación.